Hablar sobre los mayas es adentrarnos en una de las principales civilizaciones mesoamericanas que destacó a lo largo de más de dos milenios. Aunque su origen es un poco incierto, algunos historiadores coinciden en que su inicio fue antes del 317 d. C.
Las Regiones Mayas.
Esta civilización se desplazó por las regiones de los bosques tropicales de Honduras, Guatemala y la península de Yucatán, y trascendió por tres épocas: preclásica, clásica y posclásica. Sin embargo, su máximo apogeo fue durante la época clásica, pues sus relaciones con otros pueblos de Mesoamérica se hicieron más fuertes y edificaron grandes sitios, tales como: Kaminaljuyú, Quiriguá y Tikal, en Guatemala; Palenque, Yaxchilán, Bonampak y Chinkultic, en Chiapas; Caracol, en Belice; Copán, en Honduras; Calakmul y Edzná, en Campeche; Coba, en Quintana Roo; y Uxmal, Ek Balam y Chichén Itzá, en Yucatán.
Pese a su grandeza, en el siglo IX, la cultura Maya se vio afectada por una serie de conflictos internos que la llevaron al inicio del denominado “colapso maya”, cuando las grandes ciudades fueron abandonadas, devoradas por la selva o en ruinas.
Pero no todo se perdió, por ejemplo, algunas ciudades mayas del norte, del Golfo y del altiplano central de México prosperaron como nunca durante este periodo. Por su parte, los mayas del sur vivieron la mayor catástrofe social y demográfica.
En un principio mencionamos que la civilización maya fue una de las principales en Mesoamérica, pero ¿a qué se debía esto? Para darnos una idea aquí te compartimos algunas de sus características.
Una gran Civilización
La cultura maya era rica en costumbres y tradiciones, jugaban a la pelota y realizaban muchos rituales religiosos, ofrendas e, incluso, sacrificios humanos. Por lo general, los cenotes eran parte fundamental para realizar estos actos, pues, según los mayas, estos pozos de agua eran las puertas a la vida eterna. Otra de las ceremonias más importantes se llevaba a cabo cada 24 de junio, cuando se reunían para romper vajillas de cerámica para pedir la lluvia.